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By J. K. Rowling
Harry aguarda el inicio del tercer curso. Tras haber cumplido los trece anos, solo y lejos de sus amigos, Harry se pelea con su bigotuda tia Marge. Mientras tanto, de l. a. prision de Azkaban se ha escapado un bad villano, Sirius Black, un asesino con poderes magicos que fue complice de lord Voldemort y que parece dispuesto a eliminar a Harry del mapa. / For twelve lengthy years, the dread castle of Azkaban held an notorious prisoner named Sirius Black who was once convicted of killing 13 individuals with a unmarried curse. Now he has escaped, leaving simply clues as to the place he can be headed.
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Barcelona. 1990. Plaza y Janés. 21x15. 571p.
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Sample text
De la capa surgía una mano gris, viscosa y con pústulas. Como algo que estuviera muerto y se hubiera corrompido bajo el agua... Sólo estuvo a la vista una fracción de segundo. Como si el ser que se ocultaba bajo la capa hubiera notado la mirada de Harry, la mano se metió entre los pliegues de la tela negra. Y entonces aspiró larga, lenta, ruidosamente, como si quisiera succionar algo más que aire. Un frío intenso se extendió por encima de todos. Harry fue consciente del aire que retenía en el pecho.
Bueno, como ya no tenemos coche, me hacen ese favor; dado que soy funcionario. Lo dijo sin darle importancia, pero Harry notó que las orejas se le habían puesto coloradas, como las de Ron cuando se azoraba. —Menos mal —dijo la señora Weasley con voz firme—. ¿Os dais cuenta de la cantidad de equipaje que lleváis entre unos y otros? Qué buena estampa haríais en el metro muggle... Lo tenéis ya todo listo, ¿verdad? —Ron no ha metido aún las cosas nuevas en el baúl —dijo Percy con tono de resignación—.
Volvió a tirar de la espada sin ningún resultado, intentó pero no pudo montar en el caballo, y exclamó—: ¡A pie, pues, bravos caballeros y gentil señora! ¡Vamos! Y corrió por el lado izquierdo del marco, haciendo un fuerte ruido metálico. Corrieron tras él por el pasillo, siguiendo el sonido de su armadura. De vez en cuando lo localizaban delante de ellos, cruzando un cuadro. —¡Endureced vuestros corazones, lo peor está aún por llegar! —gritó el caballero, y lo volvieron a ver enfrente de un grupo alarmado de mujeres con miriñaque, cuyo cuadro colgaba en el muro de una estrecha escalera de caracol.